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© José Manuel Alfaro |
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España, 1947. Una mujer corrió
la voz. Necesitaban un pastor. Vicente se presentó ante ella. Tenía entonces 16
años, trabajados. ¿Tú vas a ser el pastor de mi ganado? Sí señora, si usted lo
quiere. ¿Conoces el oficio? Sí señora. ¿De dónde eres? De al lado, del pueblo
de al lado. Está bien, te pagaré cinco pesetas. No señora, quiero siete, por
menos me quedo en casa, ayudando. Lo que pides es mucho. Usted decide. Si al
finalizar el mes me he ganado siete pesetas, usted las paga; si no, cobraré
cinco y me iré. De acuerdo, dijo la señora. Luego lo acompañó a los corrales.
Allí estaban las ovejas de la señora. Antes de que ella hablara, Vicente dijo:
Está bien, yo me ocupo, señora. Y comenzó a hacer su trabajo.
No había pasado una semana
cuando a los señores les pidieron tres corderos, y el señor comentó que
llamaría al carnicero para que los sacrificara.
-¿Qué falta hace el carnicero?
Yo soy el pastor.
-Tú destrozarás el mondongo, y
el animal se echará a perder.
-¿Por qué cree eso? Yo sé
hacerlo.
Vicente sacrificó y abrió en
canal los cuerpos colgados de los tres corderos. Acertando.
Ya desde el primer día, la
señora le servía almuerzos y cenas que él ni soñaba. Pan del que no había,
blanco como el alba; huevos, chorizo, carne estofada. Cómo cocinaba la señora.
Y limpia como los chorros del oro. Así la recuerda. Si se me caía al suelo el
tenedor, inmediatamente lo recogía la señora, lo lavaba en el agua, lo secaba
cuidadosa, y me lo devolvía. Como los chorros del oro. Buena, muy buena y muy
limpia la recuerda.
Antes del día treinta de aquel
marzo de 1947, Vicente necesitaba cobrar. En casa estaban necesitados. La
señora, tan buena y tan limpia, se le adelantó: aquí tienes tu jornal. Y le
puso en las manos siete pesetas.
© Manuel López Rey
Recomendación: antes de leer el texto, pulsar sobre la fotografía; observarla detenidamente; luego pulsar atrás en la barra de navegación; ahora leer la historia.
ResponderEliminarSe aceptan y agradecen todos los comentarios.
Me gustó mucho el cuento, muy bien llevado, se huele el campo, las ovejas y los guisados...Tiene la ternura de las cocineras y los pastores. También la fotografía es excelente, capta un instante de esa vieja fonda, en que se le ha adosado un edificio más moderno, al lado, que respetó su presencia, aunque debió ser un problema para los constructores... Saludos
ResponderEliminarGracias, Hugo. Contar con los comentarios de un escritor de microrrelatos tan bueno como tú es un honor. Saludos.
EliminarHe observado atentamente la fotografía pinchando sobre ella; es increíble el nivel de detalle que tiene. Enhorabuena al fotógrafo.
ResponderEliminarEl cuento tiene la secura castellana y el lenguaje de otro tiempo: !Muy bueno
Gracias, Berta. Efectivamente, la fotografía es de una precisión realista extraordinaria; y es que Alfaro es muy bueno, de él depende el resultado de este trabajo. Saludos.
ResponderEliminarConozco las miserias y alegrías de este tiempo que aquí ha quedado como congelado, en la casa y en la foto. Me parece de una sensibilidad especial el hecho de que a Alfaro le haya apetecido esta foto; y de una precisión absoluta la naturalidad del texto. Seguir así: es un placer leer estas historias que no se ven y observar estas fotografías tan naturales y a su vez tan elaboradas para conseguir que digan todo lo que dicen.
ResponderEliminarMuchas gracias Mri Carmen por tu apreciación, esta casa me ha llamado la atención desde hace años y estaba loco por fotografiarla. Imaginaba muchas cosas que podían haber sucedido allí.
ResponderEliminarY Manuel nos ha contado una ellas.
Un saludo.
Me gusta este proyecto, buena simbiosis. Saludos desde Photovida.
ResponderEliminarGracias, Juan. Es un honor para "La historia que no se ve" que tu y Photovida aparezcan aquí.
EliminarHas captado perfectamente la esencia de la casa Manuel, mis abuelos estarían orgullosos de ese cuento... él era el pastor y ella la cocinera...gracias por esta maravillosa historia
ResponderEliminarGracias a ti por el comentario. Como ya sabes, yo no conozco la historia de tus abuelos; me limito a observar la foto y a escribir la historia que me sugiere. Aquí se mezclaban irremediablemente la época que refleja el edificio y las palabras del cartel. Una época de escasez y dificultades, de trabajo duro; y "la alegría del pastor" bien pudiera ser cobrar un sueldo justo y tener un ama tan limpia y tan buena, que tan rica comida le ofrecía. Saludos.
EliminarBueno la verdad es que me encanto la fotografía.
ResponderEliminarDe la historia pues debo confesar que no me encanto pero tal vez se deba a que imagine algo diferente al ver la foto primero. Aun así respeto tu perspectiva de la foto.
Gracias Marianela por tus comentarios. En el proyecto yo hago una fotografía y mi compañero escribe una historia en función de lo que le pueda hacer sentir. Por eso cada uno imagina una cosa diferente y cuenta esa historia que no se ve.
ResponderEliminar1947; Marzo , cuando cobró las siete pesetas aquel pastor de tu relato. Ese mes y ese año fue el primero de mi existencia.
Eliminar1947, el año en que el trigo de "la perona", llegó a España quitando algo -no mucho- del habre de aquella España imperial de la caspa y el feismo oficial.
Aprovecho para saludarte con mi particular comentario a una cifra que mencionas al comienzo de tu relato.
Soy Juan, El Ogro de la Estepa como me gusta ser llamado, aquel bipedo lenguaraz y deshinbido que conocistes ayer en el bar de Fuente el Saz que llego subido en una moto, tan roja como sus pensamientos.
Como ves , aqui estoy.
Me gusta lo que escribes pero , como me pediste paso a comentarte lo que no me gusta.
Hay dos pequeños fallos:
Foto: Como te comenté ayer, esta contaminada con la vision de una pared enorme perteneciente a una casa de reciente construcción y la presencia de asfalto pintarrajeado que nos coloca en esta epoca, estupida y aburrida en la que nos ha tocado vivir. La epoca de los emoticones, aquellos emoticones que leian los actores del relato de Bradbury que comentamos ayer.
En tu texto (no me gusta la palabra micro-relato, el Quijote tambien es un relato)
hay una palabra que nos aparta del momento de la imagen.
Se trata de ese eufemismo estupido como todos los eufemismos , me refiero al "Sacrificio"de los tres inocentes corderos.
Es como llamarle "baño" al water cuando su uso se va a destinar a otros menesteres como aguas mayores o menores.
No se trata de una critica, es mi cronica particular de algo que he visto y he leido.
En ambos casos, el trabajo es excelente. Te animo a continuar.
Fue un placer conocer a un tipo como tu ayer, los sabes y te lo recuerdo.
Un abrazo.
Juan.