© José Manuel Alfaro
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Desde siempre, Jamîl no se separa de su hermano. Si quisiera, podría recordar cómo con cuatro años ya lo acompañaba a la playa y le ayudaba a pescar, hasta el día que aquellas gaviotas los atacaron y a él lo dejaron lleno de miedo al mar.
Desde entonces, algunas noches se despierta frío y sudado, con sabor a sal y a pescado crudo en la garganta, paralizado por el grito de las gaviotas que atacan su sueño, como en una obstinada pesadilla.
Pero ahora ha vuelto. Ha sido capaz de reunir la fuerza que creía perdida. Además, la confianza en su hermano mayor continúa intacta, y el amor que siente por él crece cada día. Jamîl no olvidará nunca la ternura y compasión con las que Mashal lo cuidó durante toda la travesía, cantándole al oído en las noches para que pudiera olvidarse del mar oscuro casi negro que los rodea por todas partes y que no cesa de golpear en las tablas del fondo de la patera, que crujen, y dormir en su abrazo. De no ser por él, no hubieran podido estar nunca a este lado ni ahora en esta orilla desde la que sabe que si se subiera a lo alto de la cima más alta podría ver la costa de su tierra y hasta puede que llegara a divisar las casas más cercanas a la playa de su aldea. Pero no va a hacerlo. En adelante serán otras, estas, las gaviotas que perturben su sueño; aquellas de su infancia se quedarán calladas para siempre en lo más inalcanzable del recuerdo.
© Manuel López Rey
Recomendación: antes de leer el texto, pulsar sobre la fotografía; observarla detenidamente; luego pulsar atrás en la barra de navegación; ahora leer la historia.
ResponderEliminarSe aceptan y agradecen todos los comentarios.
Como ya lo advertí,Manuel es mente, mucha mente prodigiosa, es cauto,casi nunca o mejor decir nunca se equivoca,a veces nos deja pensando cuan agradable es su lectura,todo es natural en ella yo personalmente lo considero un ser muy especial
ResponderEliminarexcelente texto de un señor escritor
ÁNGELA
Gracias. Ángela, por tu consideración y tu fidelidad a mis escritos.
Eliminar¡Buen trabajo! Miedos y sueños, infancia y realidad. Todo perfectamente escrito en blanco y negro. Se oyen las gaviotas, ¡buen efecto!
ResponderEliminarGracias, Óscar. No pude evitar esta historia, la de dos hermanos inmigrantes que realizan la fatídica travesía con la que sueñan alcanzar un nuevo mundo, una nueva vida; donde las "gaviotas", como metáfora de todo lo negativo, desaparezcan. Aunque claro, aparezcan "otras gaviotas", porque nada es el edén ni en parte alguna desaparecen los problemas, menos aún para este tipo de inmigrante.
EliminarMuy acertado.No sobra ni falta ninguna palabra,ni frase alguna.Llama especialmente la atención la ternura que habita entre lineas(Manuel López Rey en estado puro).Sobrecogedor relato que invita a pensar,a soñar un mundo mejor...
ResponderEliminarA ver cuando nos deleitas con un poema querido Manuel.
Gracias, Pedro.
EliminarEfectivamente, eso he tratado; contar el sueño de un mundo mejor para estos personajes que imagino inmigrantes de patera; un nuevo mundo donde también habrá "gaviotas" que inquietan y perturban la existencia...
La foto de Alfaro no tiene desperdicio,enhorabuena a ambos.
ResponderEliminarLa fotografía es impresionante, gaviotas en pleno vuelo. Tengo que admitir que yo sentiría pánico de estar en el lugar del chico de la foto ^_^
ResponderEliminarLa historia como siempre, magnífica. Esa travesía que hacen tantas personas en busca de una nueva vida, que en la mayoría de casos no resulta como esperaban. En fin... ¡Es lo que hay!
Un abrazo.
Gracias, Vero. Así es, pánico a las gaviotas como metáfora de lo que ataca, de lo que inquieta y preocupa en la vida.
EliminarUna historia dura; una realidad dura. Pero en esta historia tuya, una realidad llena de esperanza de algo mejor. Enhorabuena a los dos.
ResponderEliminarGracias, preciosa.
ResponderEliminarLa dureza y la actualidad de la historia ya la han apuntado todos los lectores. La calidad del texto y el estilo de Manuel, también. Y la oportunidad de la fotografía, y la elección de editarla en blanco y negro. Lo que yo echo en falta, especialmente en el segundo párrafo, es una docena de comas y un tilde. (Manuel, ya sabes que cuido mucho esa parte).
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias, Hugo, por tu comentario y atención. Tú también sabes que cuido en extremo la escritura; por lo tanto, si no hay comas en un párrafo, puedes estar seguro de que es porque así lo he decidido. Sabes que una cosa son las reglas de puntuación generales aplicables a la redacción y otra bien distinta el texto literario, donde la voz del escritor se perfila precisamente y entre otras cosas por el uso que haga de los signos de puntuación; y también sabes, porque conoces parte de mi obra, que normalmente huyo de las comas, solvo cuando estamos con la voz de un personaje o en la del narrador que cuenta una escena más o menos cotidiana. Por el contrario, cuando el narrador quiere expresar más allá de las palabras, y en función de la sensación que quiera transmitir, la coma solo es necesaria si ocurriera que sin ella cambia el significado de la frase. En este caso no se precisa de ninguna coma porque la construcción de la frase es correcta respecto a la claridad y exactitud de lo que dice el texto; es decir, la lectura del texto otorga la información sin ambigüedad de significado; y es precisamente la ausencia de comas el recurso estilístico que utilizo para que el texto "haga" lo que pretendo: en este caso trasladar al lector la angustia que vive el personaje durante la travesía; y en la segunda parte del párrafo, por coherencia en la estructura, en la "música", y porque también el texto ha de seguir "haciendo" que el lector perciba la angustia que continúa y continuará para siempre en este personaje. (Por supuesto, ambos sabemos que lo de entender la coma como una leve parada en la lectura nada tiene que ver con su uso en el texto literario; y si puede parecer que sin comas la lectura se hace difícil, es porque el lector no está acostumbrado a leer literatura, donde ha de aplicar otra forma de respiración para seguir el texto, sin precisar de la coma como "símbolo del momento que respira"). En cuanto a que falta una tilde, no encuentro dónde; si te refieres al pronombre "estas", te diré que la tilde del pronombre demostrativo desapareció a mediados del pasado siglo, y solo era necesaria en casos de ambigüedad. En la actualidad, según las reglas de la Ortografía, los demostrativos nunca llevan tilde, sean adjetivos o pronombres.
ResponderEliminarY si te refieres a otra falta de tilde, por favor comunícamelo, que no la encuentro.
Saludos.
Porque vivo en la costa sur, conozco de primera mano estas historias. La foto es extraordinaria y la historia una trágica realidad. Enhorabuena a los dos
ResponderEliminarGracias, Mri; todos conocemos estas historias, por desgracia. Quién iba a pensar que en el siglo XXI muchos hombres, mujeres y niños habían de tirarse al mar en embarcaciones inadecuadas con la intención de alcanzar un mundo mejor. Triste, muy triste; y vergonzoso para todos.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias a todos, la elección de la foto en blanco y negro fue por darle más sensación de intemporalidad al trabajo tan duro de estos pescadores, pesca de roca peligrosa y mal pagada.
ResponderEliminarEl relato genial y por supuesto tristemente real y actual.
Un saludo.
Una foto estupenda; no me canso de mirarla ampliada. La historia, como siempre, le va que ni pintada. Una historia jodida de unas vidas jodidas. Y muy interesante la conversación con Hugo. Manuel, no dejas de sorprender. Enhorabuena a los dos.
ResponderEliminarEstoy con Rasta: muy interesante la explicación. Y para esta página otro 10
ResponderEliminar"...En adelante serán otras, estas, las gaviotas que perturben su sueño; aquellas de su infancia se quedarán calladas para siempre en lo más inalcanzable de su recuerdo".
ResponderEliminarFantástico, Manuel. De principio a fin transmitiendo y ubicando al lector en el lugar que deseas; haciéndole partícipe de la historia, con la naturalidad y destreza que se requiere de un magnífico "relatista".
Con tu permiso, me permito tomar este último punto de la historia, como preámbulo a la siguiente inspiración poética, que quiero dedicarte a ti y a José Manuel Alfaro:
HABLO DE...
Junto al embarcadero,
la noche enfática
y mineral.
Bajo los pies cansados
de la humanidad,
las aguas inquietas.
Sobre pétalos de arenas
inocentes,
los fríos cuerpos
hacinados en gavillas.
Las manos flotan
inánimes. Los ojos,
nidos de alcatraces,
se alzan con ciega luz
al silencio ausente
de las palabras.
Hablo de la existencia:
chasquido breve
en el aire.
Hablo de la respiración:
cada paso transido
en un latido que estremece.
Hablo - otra vez -
del hombre: esfinge de arena
y hambre; muda estepa
de sueños; esférica voz
e imprecisa que, caoba mana
del dolor y de la muerte.
(Me voy a permitir una expresión muy mía) ¡La madre que te parió! Eres increíble; con un comentario así se le alegra el día a cualquiera; además aquí hoy hace un sol magnífico y el cielo está muy azul; faltaban solo tus palabras, siempre exquisitas; faltaba este poema tuyo, de alto vuelo, como todo lo que toca tu poesía. Muchísimas gracias, Lorni, es estupendo y bellísimo.
EliminarRecibe un abrazo muy fuerte y muy largo, cargado de gratitud y cariño.
Por favor, Lorni, publica este poema en LN; no lo dudes. Saludos.
EliminarMe satisface saber que te he alegrado el día, Manuel. Pero no olvides que la inspiración parte de la fotografía de J.M Alfaro y de la historia que tú nos has contado. También mi madre tiene algo que ver, claro está. Gracias por por lanzarme tan coloquial expresión; me ha llegado muy adentro.
EliminarQue los días te sigan siendo tan azules como te mereces.
Un abrazo también para ti.
P.D: Te haré caso y seguiré tu consejo: cualquier día de estos lo publicaré en LN. Gracias
Disfruto leyéndote Manuel. Otra gran historia cargada de palabras escogidas con tu sutileza característica. Enhorabuena también al fotógrafo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, OsicrAn. Yo sí que disfruto sabiendo que los lectores disfrutan con nuestro trabajo.
ResponderEliminarSaludos.
Después de leer la historia, todo parece coherente, y lo es; pero antes de conocer la historia y solo mirando la foto, me parece increíble una vez más la imaginación y la capacidad para relacionar la escena con esta historia, por otra parte tan dura y bien escrita. Estoy con Lorni en todo lo que dice, y su poema es estupendo. Felicidades para ella también
ResponderEliminarMuchas gracias, Victor.
EliminarLa foto, además de preciosa, incita a tratar de sacar alguna idea más allá de lo que muestra. El relato, muy acorde con la fotografía, excelente forma de representar las inquietudes, miedos, esperanzas... y todos aquellos pensamientos que, supongo, deben de pasar por la mente de quién se ve forzado a emigrar para buscar una vida mejor, con todo lo que esto conlleva. Os felicito por conseguir en tan poco espacio un montón de sentimientos.
ResponderEliminarOtra vez, muchas gracias por tu atención a nuestro trabajo. Saludos.
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